miércoles, 11 de mayo de 2011

CARTAS DESDE PRISION. NADA ES LO QUE PARECE POR PEDRO VARELA:

Y menos que nada en política internacional, donde como afirmaba el presidente Roosevelt: “Nada sucede por casualidad, y si ocurre puedes apostar a que estaba planeado.”
Desde nuestra más temprana juventud estamos acostumbrados a escuchar informes falsificados y nuestros espíritus están desde hace décadas ahogados en prejuicios que protegen las mentiras más fantásticas, hasta el punto de que la verdad suena increíble y la falsificación cierta.
 

Así que constituye una buena gimnasia intelectual dudar por principio sobre las noticias que nos ofrecen los medios de comunicación del sistema, aunque sólo sea por mera salud mental.
Sirva sólo de ejemplo un análisis somero de los levantamientos populares que han tenido lugar desde primeros de año en el Norte de África y Oriente Medio; concentrándonos, para no extendernos, en el caso libio, por ser el de más reciente actualidad, pero cuyas circunstancias, a grandes rasgos, pueden extrapolarse al resto de países de la región, con sus peculiaridades históricas y políticas.
 

Para empezar recordemos que no existen armas democráticas ni armas dictatoriales. Las armas que golpean territorio enemigo no diferencian objetivos militares de civiles, culpables de inocentes. Destruyen y matan, que es para lo que han sido creadas. “Las guerras las narran los vencedores y las padecen los vencidos”.(1)
La segunda reflexión necesaria es que para sopesar los crímenes de Estado que un gobierno pueda estar inflingiendo a la población civil del propio territorio, la situación debería ser tomada en su contexto y, sobre todo, sin la posibilidad de un agravio comparativo. Si se decide atacar a Gadafi porque reprime a rebeldes que ponen en entredicho su Estado, ¿no habrían de ser bombardeadas —si se dejan, que eso es otra historia— las fuerzas armadas de Israel porque reprimen y asesinan a civiles palestinos? Es evidente que sí. Pero ni la OTAN ni los Estados occidentales pretenden llevar tan lejos su acción justiciera. Una cosa es defenestrar y atacar a un gobierno árabe relativamente débil por oscuros intereses y otra muy diferente a los judíos israelíes, lo que automáticamente supondría tener en contra a toda la diáspora judía.(2)
 

Sirva este apunte para subrayar que no se ataca a los Estados que reprimen a parte de su población —como China en la plaza de Tianamen—. Unos por un imposible geopolítico (caso de China) y otros por un imposible ideológico (caso de Israel): el poder no se ataca a sí mismo.
Se ataca, con esa excusa aparentemente humanitaria, a Estados que molestan en los designios para allanar el camino a los planes de expansión belicista del Eretz Israel. Para ello es necesario neutralizar a todos los países islámicos de la región y, además de inutilizarlos con supuestos sistemas democráticos, encaminar al mundo a una guerra contra Irán. Pero eso no es todo.
 

A continuación algunas de las saludables sospechas que les proponemos.
Sospecha 1: La otra realidad. Leopoldo Marcos me informa en su carta que una mallorquina residente en libia contaba una historia diferente a la que nos quieren vender… “La inmensa mayoría de los libios están con Gadafi y sus leales están formados por el pueblo libio”, “lo que no nos han contado —decía— es que los rebeldes son tunecinos, argelinos, gente del submundo delicuencial del mundo árabe circundante que está robando y saqueando…” ¡A esta gente pretenden ayudar los pilotos occidentales con sus bombardeos! Tampoco explican con claridad que todo se inició con la quema de edificios gubernamentales y el robo de armas de los arsenales estatales por parte de estos “rebeldes”.
De ser así —siempre es necesario confirmar esta información de un testigo presencial— y a pesar de lo extravagante y antipático que pueda parecernos el dictador libio, se tercia la pregunta de si reprimir a un presunto lumpen de partisanos extranjeros que invade una nación soberana ha de ser considerado un “crimen contra la Humanidad”.
 

Sospecha 2: El líder rebelde, amigo de la CIA. Nuestras sospechas aumentan cuando diversos investigadores confirman que el “líder rebelde” de la nueva Libia, Khalifa Hifter, es un hombre de la CIA, que vivía hasta su aparición como rebelde “espontáneo” nada menos que cerca de Langley, Virginia, apenas a unos kilómetros del Cuartel General de la CIA.
En los medios del Sistema apenas se menciona alguna cosa sobre este hombre. Por el contrario, en latelevisión pretenden hacernos creer que no se trata sino de bandas organizadas de “combatientes por la libertad” cabalgando en sus furgonetas 4×4 (armadas de cohetes) como quien juega a indios y vaqueros.
 

Desde los 1990, los políticos hablan de las conexiones de Hifter con la CIA. En 1987 desertó como oficial de alto rango del ejército de Gadafi para poder ingresar en el “Frente de Salvación Nacional Libio” organizado y financiado por la CIA.(3)
El periodista Jonathan Cunningham cita a Hifter como un “colaborador de la CIA de hace largo tiempo”. Del mismo modo lo califica Patrick Martin.(4)
 

Sospecha 3: Los poderes fácticos o el lobby israelí en acción. Aunque algunos miembros de la administración de Obama fuera contrarios a un enfrentamiento con Gadafi, su colaboradora Hillary Clinton y su equipo de femmes fatales decidieron ponerse al lado de conocidos belicistas como Paul Wolfowitz (*), Robert Kagan (*), William Kristol (*), Elliot Abrams (*), Eric Edelman (*) y otros pro-israelís notorios, con intenciones muy similares a la de los neocon operando en una organización conocida como FPI (Foreign Policy Initiative), que desarrolla un plan de guerra y conquista diseñado por los neocon hace unos años. El FPI es reconocido como un aparato más para volver a arrastrar a Occidente a una belicista excursión (de conducción israelí).
“Tras el envío de 50.000 mercenarios de Israel a Libia para promover la agitación civil” a mediados de febrero, la prensa del Sistema empezó a propagar la desinformación necesaria acusando a Gadafi de bombardear a civiles en Bengasi. Los rusos desmintieron las falsas muertes e incluso el secretario de defensa Gates y el adm. Mike Mulins se vieron obligados a admitir que las acusaciones contra el Gobierno de Trípoli eran completamente falsas.
 

Pero ello no impidió al TPI abrazar estas mentiras y utilizarlas en una carta a Obama exigiendo con descaro “el fin de la violencia” con un ataque a gran escala (?!) que incendiando el Norte de África favorecería los planes sionistas.
Por su parte el influyente AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), un poderoso lobby, fue la siguiente entidad sionista a la que se le vio el plumero, al envolverse en el grupo belicista encabezado por el senador israelita Joe Liebermann (Connecticut) —ya mencionado en este blog—que tuvo el descaro de llamar al presidente desde Tel-Aviv exigiendo que Washington entregara armas a los rebeldes.
Como guinda del pastel el notorio CFR (Council on Foreign Relations), aunque es presentado como un grupo de pensadores independiente, puede ser considerado sin temor a error la banda de partisanos con corbata dentro del Sistema norteamericano, el CFR dirige tanto el Departamento de Estado como la CIA, según los analistas.


Sospecha 4: La Trilateral y los Bilderberg promueven la invasión. Según nos informa el agudo analista político James P. Tucker Jr.,(5) la Comisión Trilateral (TC) y su homónimo senior, el grupo Bilderberg, manipulan a los Estados Unidos y sus socios europeos a invadir Libia con el objeto de desestabilizar Oriente Medio en beneficio de los planes expansionistas de Israel.(6)
En realidad los EE.UU carecen de excusas legítimas para atacar Libia y ocupar buena parte de Oriente Medio con tropas propias o aliadas.
De cara al exterior ambos grupos de poder desean aparecer como opuestos a la guerra mientras en realidad la promueven. Nada menos que Henry Kissinger, por ejemplo, un jugador de la Alta Política aún poderoso aunque anciano, lamentó tristemente las hostilidades actuales, pero afirmando simultáneamente que EE.UU debe continuar combatiendo por “razones humanitarias” (?!).(7) Ésa es la misma farisaica postura adoptada en general por los brillantes guerreros de la administración norteamericana.
 

Sospecha 5: un inadmisible banco nacional independiente. A pesar del aspecto que se nos transmite de banda de rebeldes incapaces y desorganizados, estos beduinos habrían conseguido establecer milagrosamente algo tan aparentemente lejano al espíritu partisano como un nuevo Banco Central y una nueva compañía nacional del petróleo en Libia. ¿Les suena? Eso es precisamente lo primero que hicieron las tropas occidentales al tomar el control de Bagdad tras la invasión de Irak. ¿Por qué ese inmediato interés de los rebeldes libios? ¿Se imaginan un banco americano operando bajo el principio islámico contrario a los intereses?
En 2011 viviremos la creación del TNC (Transitorial National Council) de Libia manteniendo un Banco Central en Bengasi para establecer la política monetaria en la región y quienes sean sus ministros de Finanzas. La formación de esta casa bancaria es sin duda la compensación exigida de las autoridades rebeldes por sus amos.
 
Enric Encina(8) nos descubre las frustraciones de esos amos: “El Banco Central de Libia es propiedad estatal al 100%. Para hacer negocios con Libia (los globalistas) deben pasar forzosamente por el Banco Nacional y la Moneda nacional, en un lugar donde no tienen dominio alguno ni capacidad de imponer nada…” y esto no podía tolerarse.
 

Los financieros internacionales no podía manipular la moneda independiente de Libia, invadir su mercado con dólares devaluados, o sujetarlos a ciclos inflacionarios rampantes.
Si retrocedemos al 2000, Sadamm Hussein firmó un edicto con el que rechazó aceptar dólares-USA de valor en decadencia a cambio del petróleo real de su país. Cualquier nación que acumula dólares como moneda de pago por petróleo está esencialmente subsidiando a América.
Sospecha 6: El codiciado petróleo de propina
Según el mencionado Tucker, la TC (Comisión Trilateral) y los Bilderberg quieren conseguir, además, que suba el precio del petróleo hasta que los americanos paguen tanto como los europeos (6 dólares por galón de gasolina).
 
En la actualidad y gracias a un conflicto inducido, en tanto que la producción ha quedado suspendida casi por completo en el país, el precio del petróleo ha aumentado un 20% —lo que ya nota el bolsillo de los sufridos españoles—. “No es de extrañar —señala William R. Polk— que numerosos libios piensen que la implicación de la OTAN en la guerra obedece de hecho a la cuestión del petróleo”.(9) Bajo la pálida piel de los occidentales siguen viendo el corazón del colonialismo.
Para añadir más madera, Gadafi está repartiendo los beneficios que da el petróleo nacional entre el pueblo libio y creando infraestructuras, pero le toca muy poco a las multinacionales petrolíferas, y eso es de difícil digestión para los voraces tiburones.
Sospecha 7: Agua abundante, el secreto libio
Gracias a la reinversión de los beneficios del petróleo, Gadafi impulsó el GMMR (Great-Man-Made-River Project), acrónimo de la que es considerada una de las oc
ho maravillas del mundo, virtualmente desconocida por el público occidental.
 
En un país desértico en un 95%, Gadafi invirtió 25 billones de dólares para transportar agua desde profundos acuíferos a ciudades como Trípoli y Bengasi.
Para que nos hagamos una idea del tamaño, “el GMMR alcanzaría fácilmente de Louisiana a Nuevo México occidental y el norte de Colorado”.(10)
Lo peor de este proyecto y auténtica e intolerable burla a los banksters internacionales es que Gadafi, como es sabido, no pidió préstamo alguno, ni un solo céntimo, a la Alta Finanza Internacional para esta construcción faraónica de uso civil. Explorando 270 viejos acuíferos localizados bajo el desierto del Sáhara, Gadafi consigue proveer de agua no sólo las ciudades y las áreas agrículas, sino incluso la gran reserva de agua de Omar Mukhtar, el pantano más grande del mundo, auténtico oasis en medio del desierto que da cabida a 24 millones de metros cúbicos de agua.
En un plñaneta en el que las futuras guerras por el agua podrían dejar pequeñas aquéllas por el petróleo, el valor estratégico de esta vital fuente natural en el seco Norte de África, no debería pasarnos por alto.
 
Fomentando la extracción de petróleo y agua abundante para su propio pueblo, Gadafi hizo una clarividente predicción con ocasión de la gala inaugural del GMMR: “Tras concluir esta obra, la amenaza de América contra Libia redoblará sus esfuerzos”.
Conclusión
¿Qué podemos deducir de todo lo expuesto? Para nuestra flamante ministra Chacón, España interviene apoyada en la resolución 1.973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Parece normalmente justificada una intervención para proteger rebeldes civiles (aunque disponen de auténticos lanzacohetes).
 
Para Gadafi y los libios no rebeldes se trata de otra cosa. ¿Cuentan con fundamento para dudar de nuestra honestidad? Como la mayoría de habitantes en Oriente Medio, los libios suelen creer, no sin razón, que los agentes occidentales se filtran constantemente en el país. Lo que se ha visto corroborado una vez más con la reciente captura de un grupo de agentes del MI6 británico cogidos con las manos en la masa en una situación de lo más comprometida el pasado marzo. El gobierno norteamericano ha tenido que reconocer, a su vez, que agentes de la CIA y “fuerzas especiales” operan en suelo libio. Así que la “paranoia” árabe se basa tanto en la Historia como en los hechos actuales.
 
¿Ha hecho Gadafi algo por su pueblo? Hizo mucho, afirma, William Polk, consejero del presidente Kennedy: “Cuando visité Libia en 1963, antes del golpe de Gadafi, hasta el propio Trípoli alojaba barrios marginales donde muchas viviendas, hechas de chatarra y desechos, carecían de agua y electricidad. Cuando se hizo con el poder, Gadafi mejoró enormemente sus condiciones de vida. En la actualidad viven más allá de los sueños de sus padres y abuelos”.(11)
Con todo, nuestra intención con este informe no era en absoluto la defensa de un déspota, sino poner en evidencia la hipocresía de los belicistas de siempre y sus oscuras razones.

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